jueves, 4 de agosto de 2011

MÁS ALLÁ DEL NARCISISMO POSMODERNO

Una de las necesidades más urgentes en la estética y en al arte contemporáneo radica en ir más allá del narcisismo posmoderno, que solo se mira a sí mismo y no puede dejar de hacerlo. Al contrario del mito, la posmodernidad se ha quedado congelada en su propia imagen. Hace falta completar la secuencia y echar a Narciso al agua para que se funda con su imagen y desaparezca.

Se ha establecido un canon discursivo de la posmodernidad que da vuelta una y otra vez en torno a los sus conceptos, a su miradas, que exalta sus visualidades y que, sin embargo, no deja de tener esas sensación de dejá vu que no le abandona. Dejá vu que no es otra cosa que el efecto de la permanente redundancia cultural de la posmodernidad.

Por esto, hay que poner en contacto la estética con otros campos: hacerse preguntas por la ciencia, por las tecnologías, por la ecología, por las nuevas teorías que sobre la sociedad y sobre la política, sobre los debates profundos que se llevan en otros ámbitos.

Restablecer los vínculos entre arte y sociedad, sin desconocer las exigencias de ambos y sin concesiones fáciles al gusto popular o entregas incondicionales al gusto internacional.

El campo de las artes plástico visuales es todavía más patético, porque ni siquiera mira a las otras artes, ha deja de preguntarse qué pasa en la música, en el cine, en el arte de los videojuegos, incluso en la literatura. Con Baudrillard podríamos decir que ha implosionado y que todo lo que entra cae hacia el centro y no puede escapar hacia fuera, atraído por una gravedad perversa.


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