viernes, 19 de agosto de 2011

Desde América Latina: leyendo a Gerardo Mosquera

Joaquín Torres-García, Mapa de América invertida.

La propuesta de Gerardo Mosquera: desde América Latina, en su libro Caminar con el diablo, denota un crono-topo, no solo un lugar sino una historia, en el sentido en el que efectivamente Bhabha trataba el lugar de enunciación, que unía a pesar del término, tanto la localización geográfica como los momentos históricos en los que se desarrollaba.

Hagamos ahora una breve indagación de lo que significaría adoptar este término y de las consecuencias que tendría. Lo que muestra el lenguaje –que responde a una forma vida- es que la preposición desde tiene el doble lado: punto de partida espacial como origen espacial; y aún le añade otro, quizás más oculto, que tiene que ver con la causalidad.

Por tanto, cuando Mosquera propone un arte desde Latinoamérica, ¿qué es lo que quiere ddecir? Se trata desde luego de una determinada ubicación geográfica, que ya tiene una cierto contenido que puede mostrarse de manera harto visual en el Mapa de Torres-García. Propone un cambio en las relaciones norte sur, para privilegiar una mirada desde el sur y especialmente en la relación entre sur-sur.

Sin embargo, como se ve en el uso y la definición de desde, tiene un componente temporal que es preciso sacar a la luz. Desde América Latina también interroga por los procesos temporales y, en este caso, por los desfases introducidos por el dominio del capitalismo tardío sobre nuestras sociedades.

Ejercicio de dominación que coloca al tiempo de Occidente, o del Norte, como el tiempo originario, como el reloj que marca la hora universal a la que cual todos tenemos que igualarnos y esto es válido igualmente para el arte.

Estoy aludiendo a la no contemporaneidad del arte occidental y del arte latinoamericano que, incluso en el caso de se hagan simultáneamente tal como pasa ahora, lleva retraso porque la moda, el gusto, los circuitos, comienzan en Occidente y se transfieren a América Latina. Esta no es una elección sino una imposición que pesa sobre nosotros.

La respuesta que ha habido de una parte de los artistas latinoamericanos ha sido sumarse incondicionalmente a este gusto internacional y batallar por forma parte del canon posmoderno.

Otra alternativa ha sido, en mis términos, desarrollar una estética caníbal: ser tan posmodernos que rebasemos la propia posmodernidad y que en su espacio-tiempo introduzcamos una diferencia, tanto en las formas como en los significados. Una fractura en el tiempo del capitalismo tardío, que muestra en su interior la aparición de una novedad, de una emergencia.

¿Es este el sentido que tiene la propuesta de Gerardo Mosquera al plantear un arte desde América Latina?

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