sábado, 17 de septiembre de 2011

TÉCNICA Y OBRA DE ARTE. UNA RE-LECTURA DE HEIDEGGER

En el contexto del debate que se ha planteado –aquel de las relaciones entre arte y técnica-, introduzco una reflexión sobre dos textos en extremo conocidos de Heidegger: El origen de la obra de arte y La pregunta por la técnica. A pesar de que se ha hablado mucho de ellos, su relación más bien permanece oculta, precisamente porque no se ha reflexionado sobre la relación entre la técnica y la obra de arte. Como trataremos de mostrar los vínculos son bastante claros, especialmente entre el carácter de obra de la obra de arte y el no ser técnico de la técnica.


 

Establezco en primer lugar las relaciones entre técnica y arte en La pregunta por la técnica, que es de 1953, y desde aquí regreso la mirada a El origen de la obra de arte, que es de 1935, a fin de ver cómo se ilumina y nos permite otra lectura.


 

En La pregunta por la técnica se estable una distinción entre lo útil –instrumento- y la esencia de la técnica. Esta es un fenómeno de desocultamiento; algo que no estaba ante nuestros ojos, se devela y viene a nuestra presencia. Por eso, tiene que ver con la verdad como aletheia: quitar el velo y mostrarse por sí mismo.


 

El mostrarse adopta la forma de disposición –dispositivo se dirá más adelante en el postestructuralismo-: aquello que pone o se da en forma práctica, que se coloca frente a nosotros como medio para un fin.


 

La técnica efectivamente es útil, instrumental, medio para un fin; sin embargo, detrás de dicha instrumentalidad está su carácter de desocultamiento. Y aquello que aparece y permite el aparecimiento simultáneamente y por excelencia no es otro que el arte.


 

El arte, según Heidegger, se llamaba en su inicio griego simplemente tekné. El arte era y es técnica: su más alta expresión. Con estas consideraciones volvamos sobre El origen de la obra de arte: ¿qué se desoculta, qué se muestra en la obra de arte?


 

Lo que hace la obra de arte es poner en obra la obra, mostrar el su carácter de ser producido y, por lo tanto, permitir el acceso a la verdad; esto es, a la esencia del útil. En términos de La pregunta por la técnica, se podría decir que la obra de arte desoculta el carácter no técnico de la técnica y por eso mismo, carece de utilidad, se sustrae a aquello que está a la mano como medio o instrumento.


 

Si se deja de lado los elementos metafísicos del discurso heideggeriano, si se lo seculariza, diríamos que se produce un efecto Moebius: cada movimiento de exteriorización es siempre un movimiento de interiorización.


 

La técnica es, al mismo tiempo, proceso de exteriorización, producción de cosas útiles, de instrumentos; y proceso de interiorización, porque desde el orden simbólico produce al sujeto –colectivo e individual-, a su subjetividad y muestra lo que somos.

El desarrollo de la técnica como proceso de subjetivación, de surgimiento de un modo de ser humano. En este sentido, la técnica es un destino y no una elección. Es lo que nos hace ser lo que somos.


 

El doble lado de la técnica: dispositivo y simbólico. Y además encarnación simultánea de un conjunto de relaciones entre sociedad y naturaleza; y entre los seres humanos –relaciones sociales-


 

El arte como técnica haría visible el doble lado de la técnica en cuanto tal. El arte señala el carácter no técnico de la técnica.

sábado, 10 de septiembre de 2011

ECONOMIA POLITICA DEL ARTE POSMODERNO

Uno de los aspectos que interesa desde la estética caníbal es la crítica del arte posmoderno. Se quiere ir hasta sus raíces y mostrar de qué manera su desarrollo tiene que ver con la economía. Por eso se abre un espacio de reflexión sobre la economía política del arte posmoderno.

La relación entre economía y arte tiene diversos niveles. Ciertamente se puede tratar los temas del mercado del arte, la relación entre la producción artística y el financiamiento tanto privado como público, la formación del precio de las obras. Igualmente es posible interrelacionar los efectos de la dinámica económica sobre el arte y sus tendencias; inclusive sobre el papel del arte respecto de la sociedad en su conjunto.

Con todo lo importante que son estos aspectos, el estudio de la economía política se centra sobre todo en otros aspectos:

En primer lugar, el modo en que el arte entra en relación con el capital; esto es, el arte es anterior al capitalismo y prácticamente en todas las culturas existen fenómenos estéticos de un modo distinto que en las sociedades occidentales. Al entrar en contacto con el capital, ¿qué lugar le otorga al arte –y a la reflexión sobre este en forma de estética-? ¿Se puede decir, como a veces se sostiene, que el arte es pura ideología?

En segundo lugar, y de una manera mucho más específica, ¿se pueden relacionar las categorías de la economía capitalista como el arte y la estética? ¿Tiene algo que ver la forma del equivalente general como la forma arte, o los procesos de abstracción de la mercancía como las formas artísticas?

En tercer lugar, dados los procesos de división del trabajo posfordistas, ¿son estos los que sirven de modelo para el arte posmoderno como sostiene, por ejemplo, Laddaga?

En cuarto lugar, ¿cómo el componente estético de las mercancías forma parte de los procesos de valorización del valor, del paso de la mercancía a dinero? ¿Se puede decir que en el mundo actual compramos estética de una manera preferencial, muchas veces por encima de la funcionalidad del objeto? ¿Queda el valor de uso reducido a su mínima expresión mientras la forma artística del objeto se vuelve predominante? Aunque hay otra pregunta que es necesario introducir para no distorsionar nuestra aproximación a la economía política de la obra de arte posmoderna: ¿a pesar de todo el secuestro del arte y la estética por parte del capital, la obra de arte tiene un núcleo como valor de uso que jamás puede ser eliminado?

A lo largo de este blog se intentará responder a estas preguntas como parte de delimitación negativa que tiene que realizar la estética caníbal.