miércoles, 31 de agosto de 2011

LA BELLEZA POSMODERNA

Foto: Juan Carlos Rojas, 2011

Si se tuviera que escoger un título contradictorio y provocador sería este: la belleza posmoderna. Como dice Danto, el odio a la belleza –kalliphobia- es una característica relevante del arte actual; incluso podría decirse que ha sido construido sobre este rechazo.

Y, sin embargo, hay una belleza posmoderna.

La belleza siempre ha sido un concepto –y una realidad- histórico y dentro de cada cultura, equívoco. Así que no debería haber sorpresa –a pesar de lo extraño que suena- en decir que después de la belleza moderna y a través de las vanguardias, hay una belleza posmoderna. Y esta es, como cualquier otra, es una invención altamente convencionalizada.

Más aún, en este momento de la constitución de un canon plástico-visual posmoderno se acompaña de una estética y, sobre todo, de un gusto internacional, a la luz del cual se procede a seleccionar los artistas y las obras para las innumerables salones, bienales, revistas, museos.

Belleza posmoderna que, por otra parte, rebasa largamente el mundo del arte en sentido estricto. Y la encontramos al menos en tres ámbitos: el mundo de las marcas y de la moda, la estética digital y desde luego, en el arte como tal.

Las marcas y la moda, que van de la mano, toman la estética para garantizar y facilitar la venta de las mercancías; utilizan al diseño para el cumplimiento de este objetivo. La belleza de las marcas sirve, además, para encubrir el sucio trabajo de sobreexplotación de los trabajadores de estas empresas, tal como la ha mostrado Naomi Klein en No Logo. Una belleza superpuesta a un mundo feo.

La estética digital que introduce un tipo de belleza en el mundo virtual, que quizás es más bien hipermoderna. El mejor ejemplo se encuentro en los videojuegos.

Quiero adelantar como hipótesis de trabajo que una de las características del arte posmoderno que se hace desde América Latina consiste en una cierta persistencia de la belleza, en su constante reinvención y la voluntad de no separarse de ella a pesar de todo.

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