domingo, 10 de octubre de 2010

Themroc

Película de Claude Faraldo, 1973, con Michel Piccoli.

Cuando hablamos de estéticas caníbales nos referimos a películas como Themroc, no tanto porque en ella se encuentre un episodio de canibalismo de parte de estos cavernícolas urbanos modernos, sino por otros elementos.

La ruptura con el orden establecido, la fragmentación de sus significados, los procedimientos de contagio, la incorporación de miembros a la tribu urbana. Y sobre todo, una vez constituida esa otra forma de vida, la cavernícola en este caso, la única manera de relacionarse con los demás es incorporándola a su perspectiva, a su visión del mundo, a su modo de existencia.

Tampoco se entenderían aislados; existen en la medida en que rompen con las paredes de sus casas y crean un espacio diferente en medio del barrio, para confusión del resto de habitantes. Su historia rápidamente se convierte en aquella que lleva a la confrontación con los demás y especialmente con la policía, que trata de que todo vuelva a la normalidad.

Son precisamente los policías los devorados por los nuevos cavernícolas.

Atraviesa de un extremo a otro de la película, como una de sus marcas distintivas, la pérdida del lenguaje y la adopción de esos primeros gritos, de esa habla gutural que a ellos les permite comunicarse.

Curiosamente el punto de vista de la "cámara", esto es de la película, se la hace desde este plano gutural. Finalmente no entendemos lo que dicen los demás habitantes normales de la ciudad. Es como si los espectadores nos hubiéramos sumado, por voluntad del director, a la mirada cavernícola.

Lo que dice la policía o los vecinos que no se han incorporado a la tribu se ha vuelto incomprensible no solo para aquellos que escaparon de la sociedad occidental y se volvieron salvajes, sino para los que miramos desde fuera.

La propuesta de una estética caníbal va en esta dirección, como un ejemplo y no como la copia de un estilo.

¿Acaso la única forma de ser nosotros mismos no es a través de devorar a los otros, de incorporar su orden simbólico e imaginario al nuestro, de someter su mirada a la nuestra, en la misma medida en que nos volvemos otros?

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