sábado, 8 de mayo de 2010

sustantivo colectivo

DECLARACION DE ISIDRO LUNA


1. Yo declaro…”


Yo declaro” significa en primer lugar un posicionamiento en un espacio público; quiere decir que se trata de dejar algo en claro públicamente. No puede ser un acto privado, un enunciado que sirva solo para uno mismo. Siempre hay otros implicados en esta frase. Se declara para alguien. Es un sonido que se emite y que se tiene que oír con nitidez.


De-clarar se origina en el indoeuropeo kla: gritar, llamar. Grito intenso, llamada exigente. ¿Qué grita esta declaración? ¿A quién se llama a gritos aquí? No se declara por declarar, no se dice por decir. Es un acto que no puede quedarse impune. Una vez que has declarado, se puede usar en tu contra o a favor tuyo. Quedamos encadenados a nuestras palabras, que dejan de ser una simple opinión emitida al paso y se convierten en expresión de algo que sucede mucho más adentro.


Este kla, este grito, esta llamada, proviene de mucho más adentro. Emerge de los estratos sumergidos a gran profundidad. Por eso, son efecto de un choque de placas, de un magma que pugna por salir y que finalmente lo logra. Es un fenómeno tectónico. Sus consecuencias sobre la superficie son imprevisibles.


Allá arriba se convierte en clamor, se vuelve exclamación, es una proclama insistente que se hace re-clamo. Grito que se enciende y se apaga, para volver a incendiarse y morir. En esa dirección fue usada para “clamar al cielo.”


Y lo que podemos ver a través de la tierra fracturada es la condición, el estado interior. Es un signo que manifiesta lo que está pasando. “Se declaró inocente, culpable, torturado…” Dice acerca de sí mismo a los otros. Clama por ser oído.


“Me declaré, se me declaró”: en algunas ocasiones es un acto de amor. En algunas declaraciones es el afecto lo que está en juego. En este caso, un afecto que escapa a cualquier formar de control, que una vez que se da casi ningún esfuerzo logra someterlo.


En “Yo declaro” están los afectos bajo la forma de “se declaró un incendió”. Aquellos afectos que te queman, que te reducen a cenizas, que te someten al devorador trabajo del fuego.


2. Anónimo, pseudónimo, heterónimo, transnimo.


Anónimo: disuelto en la multitud, indiferenciado del colectivo, de regreso a la vida básica, a la vida desnuda. La nuda vida de Agamben es anónima.


Pseudónimo: gesto de esconderse sin dejar de ser uno mismo; adopto un nombre falso para ser yo mismo plenamente.


Heterónimo: reconocimiento de la imposibilidad de ser yo, de decir “yo pienso, yo como, yo camino…”. Sacar a la luz que dentro de eso que llamamos “cada uno de nosotros” hay muchos, que dentro de cada uno habitan varios. La multitud no solo está fuera, está dentro. Se hace explícito que “yo soy otro.” La identidad ha dado paso a la heterogeneidad.


Transnimo: muchos dentro de cada uno es un momento de transición, un intermedio entre el “yo soy, yo pienso”. Un paso delante del “yo soy otro”. Su inversión urgente: “otro es yo” y quizás: “otros son yo”.


Hay un clamor: que otros digan yo y que al hacerlo se escuche el nombre con el que usualmente me llaman. Muchos otros diciendo: “isidroluna” Así yo dejaría de ser yo, no solo por el proceso de volverme diferente de mi mismo; sino por una razón mucho más fundamental.


No sería posible que dijera: “yo, Isidro Luna” porque al hacerlo muchos otros, al mismo tiempo, en el mismo lugar, al pie de los mismos textos, otros estuvieran diciendo: “yo, isidroluna”.


De este modo otros se habrían vuelto yo. Y mi clamor, mi súplica, al fin hubiera sido escuchada: no poder decir “yo”. Al principio tendría la forma de una exclamación: ¡yo!; luego: ¿yo? Y después: ¿….? Lugar vacío dispuesto para ser usado por otros. Este es un fenómeno llamado transnimo: el hecho de que otros se hayan convertido en yo.


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